Escribo.
Ayer me pidieron que escribiera,
por una vez,
un poema alegre.
Pero, ¿sabéis qué?
No puedo.
Mi poesía es solo sangre
y lágrimas sobre el papel.
Mi poesía es solo tirita sobre herida,
agua sobre fuego.
Yo no escribo sobre cosas lindas,
escribo sobre mi verdad,
antes de que se pudra
en los adentros de mi alma
y acabe con mi cuerpo.
Yo no escribo sobre margaritas
y prados en una mañana de primavera;
escribo sobre desiertos de arena ardiente
que no me dejan andar
y menos volar.
Escribo sobre hielo que muere rápido
por culpa del incendio que cargo
sobre mis manos.
Escribo sobre máscaras y escenarios,
sobre montañas rusas y almas vacías.
Escribo sobre nada y todo.
Escribo para calmar
la tormenta de mis mar(l)es.
Eso sí, no lo puedo negar,
escribo también sobre amor,
sobre hogar,
silencio que acuna mis miedos
hasta callarlos del sueño:
ella.
Pero no me pidáis que a la hora de sangrar,
sangre rosas y días soleados,
porque yo,
soy negro y blanco,
y solo creo versos
cuando la noche me hace pedazos.
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