Ruido blanco.


Te levantas una mañana,

mil millones de tormentas después,

y todo es niebla.

Puedes sentirla bailar

en el vacío de tu estómago,

creando un nudo en tu garganta,

robando tu último resuello.



No hay más sentido en tus yemas,

no hay más vista en tus pupilas,

no hay más calor en tu piel;

eres iceberg,

tanto por fría, como por perdida.

Cadáver en descomposición,

pero tez viva.



Rodeada de hielo,

y tú desnuda;

ni un solo tejido de tu cuerpo

se eriza.

Alma muda.



Eres el ruido blanco de una televisión,

has perdido la señal,

y ahora todo

es bruma,

pozo seco,

anatomía irreal.

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