A Sylvia Plath.




He perdido la costumbre de escribir

versos;

y el hábito humano de sangrar

cuando una herida nace,

lo he perdido también—o quizá nunca lo tuve—.

Y morir, se me da de maravilla,

esa cualidad que Plath llamaría arte.

Creo obras maestras a cada minuto,

las acumulo en mi museo particular,

y cogen polvo,

no hay público,

no hay críticos,

no hay evidencia del fallecimiento

continuo.



Debería estar besándome las heridas

en vez de abrirlas o cuestionarlas

hasta que llegue la hemorragia.

Debería dejar de cuestionar

actos, besos, sentimientos;

los tuyos y los míos.

Debería dejar de ser como un jodido

ciervo,

de creer que todos están con

la escopeta junto al cuello

apuntando directamente hacia mí.

Y muerto.

Lo siento.

Pero no es así,

eso dicen luego,

eso me afirman minutos más tarde

mis pensamientos.

Pero hace un rato estaba ahogándome

creyendo que me odiabas

con cada átomo de tu cuerpo.


⁎⁎⁎


Ya ha perdido el sentido eso de derramarse

en el papel,

porque lo que servía para aminorar

el escozor de la herida,

ahora sirve para cavar mi tumba.

Ya no hay arte, ni terapia,

porque todo lo que escribo

se siente inútil.

Utiliza esta página como

papel higiénico,

o tírame a la basura.

Siento ser una horrible

poeta, Sylvia,

intentaré plasmar mejor

mi arte

muriendo.

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