Soror.

Ese estado criminal
me puso la mano encima del alma
y calló a mis hermanas.
Cisheteropatriarcado
baja esas armas nocivas,
estamos sangrando de miedo
y muriendo por vuestro odio.

Y es muy tarde para pedir perdón,
ellas ya están bajo tierra
cuando lo único que deberíamos enterrar
es vuestra valentía machita y tóxica
que nos perfora día a día:
el alma,
las fuerzas,
la vida.

Pero no vamos a parar de gritar.
La revolución no ha hecho más que empezar.
Volveremos a ser dueñas de lo que una vez se nos quitó,
recuperaremos la voz una vez descosidos nuestros labios.
Alzaremos la cabeza y los puños en alto,
dejaremos de lado los susurros y la docilidad.
La revolución será feminista o no será.

Somos nuestras y de nadie más.
Manos al aire y no sobre nuestras pieles.
Ansiamos rescatar esas alas que nos arrebatasteis
y que creéis que aún poseemos.
Vamos a volar bien alto,
no nos vamos a rendir.

Que tiemble el sistema,
que tiemble la iglesia,
que tiemble el machismo,
que las mujeres estamos en guerra
y esta vez la vamos a
ganar.




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