Lo que he ganado.

Esta mañana me he levantado
con florecillas en el lugar donde
un día hubo legañas
tras una noche de pesadillas.
Esta mañana me he mirado al espejo
y he visto una cara nueva.
Sin ojos vidriosos y culpa en los huesos.
Sin pesadez en las pestañas
y sangre seca de la noche anterior
en el alma.

He llegado de puntillas y silente
a una vida fresca que por fin
siento mía.
Mía.
Suena raro decir que por fin
me siento viva.
Que ya corté las cuerdas
que me hacían títere.
Que desde que dejé de buscarme
me encuentro mejor.

Esta mañana he recordado
porqué sigo aquí,
porqué dejé de rezarle a Hades
para que arropara en su oscuridad.
Esta mañana he sentido con las yemas
de mis dedos los latidos de mi corazón,
que cada vez late más fuerte.
Ya no hay remordimientos,
ya no hay autodestrucción.

Estoy en plena autoconstrucción,
pieza a pieza me voy recolocando
las ganas.
Sé que siempre he sido ave.
Ave fénix, que tras morir resurge
de sus propias cenizas.
Ardí para brillar.
Brillé para iluminarte.
Te alumbré para sacarte
de
esa
vía
de
tren
que no iba a ninguna parte.

Esta mañana me he dado cuenta
de lo que he ganado.
De que he vencido dejando
caer una parte de mí
 —innecesaria—.
Esta mañana he amanecido sabiendo
que voy a sonreír sin máscara
y voy a pintarte los miedos
de color verde esperanza.


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