Yugo.

Y explotaron
pensamientos
cual dinamita,
pero ninguna lágrima salió,
aunque por dentro me ahogue
en ríos sin salida.

Y la máscara bien pegada
se despegó,
y esta falsa sonrisa,
se desdibujó;
¿qué queda,
cuándo ya no queda
nada?

Nunca quise seguir,
nunca pretendí obedecer;
solo ansié vivir a mi manera
la poca vida que la tempestad
me está dejando.
Pero soy una mula de carga,
con su yugo,
y mil toneladas sobre su espalda.
Sigue, sigue, camina.
No mires atrás, pero,
¿acaso me preguntaron
si quería andar y respirar?
¿Acaso no vieron en mis ojos
mis ganas de perecer
y llorar?

Resignación;
lágrimas, sudor y sangre.
Da igual a quién me lleve por delante,
mi alma me susurró y pidió:

Por favor, necesito descansar.
Haz que tus ojos se cierren,
sin más.

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