Se exige desahucio.

Las mañanas
ya no son días,
si no noches
con un sol que no brilla.
Mis palabras perdieron
el sentido
y ahora son simples sonidos
sin razón.
Las facciones de mi cara
se forman y deforman a mi
antojo
intentando actuar
y fingir que vivir aún
tiene sentido.
Mis ventanas están rotas,
pero nadie puede entrar
y ver la destrucción de
este tedioso hogar.
Llueve sal y se cuela
por mis fisuras;
la lluvia no se detiene,
y ésta tromba solo llaga
en vez de curar.
Un teatro mal representado
tras las cortinas
de mi hogar,
telones que arden y nadie lo nota,
que intentan sofocar pero
avivan más la fogata.
Diferentes actores se alojan
en mi casa,
unos días parece que aman,
otros solamente se auto-aniquilan.
Mis habitaciones están al borde
de estallar,
de tanto dolor
que por miedo,
no sale del lar.
Los artistas residen en
las habitaciones
cerca del ventanal,
representando diferentes funciones
con intención de engañar.
Las noches
ya no son noches,
sino viajes al sótano
de mi alma,
intentando encontrar
-sin triunfo-
algo a lo que poderme agarrar
cuando la casa se termine de
derrumbar.


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