Pupilas asesinas.

Tienes el triángulo de las Bermudas
en tus pupilas
y cada vez que te miras
el alma en el espejo
esta se desprende de manera suicida,
hasta quedar vacía.

Y ya no hay nadie,
no hay nada.
Puedo bañarme en la negrura
de mi pecho sin ahogarme —no del todo—
y contar las infinitas veces en las que
yo misma he cortado la cuerda floja
por la que día a día ando.

Le hice una foto a mi fuerza,
para mantenerla en la eternidad,
y de manera vampírica
la luz fue demasiado para ella
y solo quedaron cenizas.
Y ahora intento reconstruirla,
pero el polvo siempre será polvo;
hace demasiado viento,
mis energías se han ido.

Mi iris lucha por hacer flotar
el alma que mi oscuridad ha estrellado,
pero a veces la vida no es suficiente
para no dejarla de lado.

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