Kamikaze.

Noches en vela
en el otro lado
siendo perseguida
por la muerte.
Me despierto
con los huesos calados
del sudor y sangre
derramados,
y los miedos se acrecentan
sin forma de evitarlo.
Caigo y caigo
desde el inframundo
a la tierra de lo oscuro,
más negra de la que ya habitaba,
más muerta que mi alma.
Y grito. Grito por auxilio.
Pero nadie escucha
y tampoco quiero ser escuchada.
El descenso al infierno es fácil,
y una vez allí la luz
se siente volátil.
No la quiero,
no me quiero.
Solamente quiero descansar
de esta batalla explosiva,
lanzarme al vacío de lo desconocido,
vivir una nueva vida,
lejos.
Lejos de mí, de todo.
Lejos de ellos, del dolor.
Silencio. Por siempre,
quiero.


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