Consumación del alma.

No pedí tinta para escribir
una nueva etapa,
ni salvavidas que me evitarán ahogarme.
No pedí aire para los pulmones
que hace años que se secan
y pierden su forma.
No pedí esperanza,
ni tampoco fuerzas.
Solamente quiero un último
suspiro; agonía.
Y quiero arrancarme estas alas
que me habéis cosido,
tirarme al vacío de lo desconocido,
chillar mi nombre hasta olvidarlo,
palpar el final con mis manos.

No pedí conocerte,
pero tampoco olvidarte.
Mis yemas se desintegran
en el deseo de dibujarme;
perfecta.
En vano.
Me muero y nadie
actúa.
Pero no quiero vendas
al rededor de mis cortes,
ni cerámica nueva entre mis fisuras.
No quiero ser una muñeca nueva,
con sonrisa malcosida y
tripas algodonadas.

Quiero libertad de este enjambre
de pensamientos que pican
directos en el corazón
y me hinchan hasta querer explotar,
esfumarme entre la niebla
del dolor que no cesa.
Busco alicientes para otro día,
otra semana,
otro mes.
¿Otro año? ¿Años?
No los encuentro.
Dadme muerte.
Porque la vida
ya la doy por perdida. 

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