Hielo ardiente.

Me arde el pecho.
Ansía agua, como el desierto.
Anhelo las lágrimas y heridas,
las cicatrices que te marcan de por vida.

Solo quedarán de mí cenizas,
porque solo ardo entre sollozos;
sollozos que vuelan de aquí.
Encerrados entre las piezas rotas de mí.

Estoy seca y fría.
Tan congelada mi alma como un iceberg,
nadando a la deriva,
helando mi ser.

Fría, pero fuego hay dentro.
No entres aquí,
solo encontrarás resquebrados
y chamuscados cimientos.

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